lunes, 10 de junio de 2013

En camino al CoMiNa 4


A 66 días del Congreso


Muchas veces hablamos y organizamos encuentros importantes y le damos el título de congreso. Suena como algo grande y muy imponente, y nos asustamos.

Pero en realidad todo sirve para nuestro bien y debe ser, como corresponde, un motivo de formación misionera.

Es compartir y encontrarse con el hermano que vive otra cultura, otra realidad, pero que a la vez comparte una misma fe y la misma misión.



Estamos a las puertas del próximo Congreso Misionero Nacional a desarrollarse en la ciudad de Catamarca, diócesis que abrió sus puertas para este acontecimiento. Pero que tendrá la salvedad de ser un congreso destinado a fortalecer a los equipos diocesanos de misión.
Sabemos que varias diócesis del país lo tienen; algunas otras no. Pero precisamente es reforzar este trabajo y ayudar a los que no tienen la posibilidad de esta pastoral a que se descubra, desde sus pastores, la importancia de la evangelización.

Un congreso es una efusión del Espíritu, una gracia de Dios, que actúa en el participante, respuesta al mandato misionero de Cristo, una auténtica apertura a otras comunidades, un renovado impulso pastoral para nuestros sacerdotes y obispos, es un encuentro de animación y formación misionera, es una buena ocasión para compartir gozos, esperanzas y dificultades de la misión, es renovar el compromiso misionero que tenemos desde nuestro bautismo, es descubrir nuestra vocación a vivir una Nueva evangelización y descubrir la importancia de la misión Ad-Gentes, es un llamado a vivir actualmente como discípulos misioneros.

Es cierto que para todo esto no es necesario un Congreso: hay que vivir con este espíritu siempre. Pero es un regalo de Dios tener la posibilidad de descubrir algo nuevo en nuestra pastoral cotidiana, que corre el riesgo, en este tiempo de crisis, de enfriarse peligrosamente.
Porque diríamos que sin darnos cuenta, casi dulcemente, vamos dejando el camino del Señor. Y todos sabemos de estas tentaciones.

El apóstol Pedro nos pide estar atentos y vivir sobriamente para no dejarnos engañar por el mal. Que nuestra misión esté atenta a las necesidades de los más pobres y alejados.
Acerquémonos a formar nuestras conciencias y capacidades. Nos lo pide el mismo Señor. No lo defraudemos en nuestra misión. Así sea.

 




Pbro. Dante de Sanzzi - Director Nacional de las Obras Misionales Pontificias





Para reflexionar y trabajar en Grupo- ¿Cuáles son tus expectativas con este Congreso?


- Luego de participar de un Congreso tenemos el compromiso de compartirlo con aquellos que no han podido concurrir y replicar lo vivido con nuestra gente ¿En que favorecerá a tu Equipo y a tu Diócesis que participes en el 4 CoMiNa y a través de que actividades concretas piensas que puedas luego replicar lo que te has llevado del Congreso?



jueves, 30 de mayo de 2013

Multiculturalidad, interculturalidad y secularización


 A 76 días del CoMiNa4


Seguimos reflexionando en grupo para ir formando nuevos conceptos. Pasamos de reconocernos, a saber qué hacíamos. Ahora el pan se está poniendo más duro y hay que morder fuerte. Animémonos a seguir reflexionando, y entendiendo la cosa, pasemos a la acción.


Argentina, como todo el Continente Americano, es un mosaico cultural. Coexisten en ella diversas culturas: indígenas, afroamericanos, campesina criolla (mestiza), urbana y suburbana, migrantes.

Esta diversidad cultural es un hecho que está a la vista y una riqueza a disfrutar y a compartir. No siempre esta diversidad cultural es tenida en cuenta y, a veces, se la ignora completamente. (Cf. IPCAM4, 59).

Vivimos en una cultura globalizada postmoderna. El documento de Aparecida la ha definido de manera breve pero atinada: “Esta cultura se caracteriza por la auto referencia por el otro, a quien no se necesita y tampoco se siente responsable. Se prefiere vivir día a día, sin programa a largo plazo ni apegos personales o familiares y comunitarios. Las relaciones humanas se consideran objetos de consumo, llevando a relaciones afectivas sin compromiso responsable y definitivo”
(DA 46).

 Esta cultura no prioriza la familia, la amistad, el compromiso con la comunidad, los derechos
humanos. (Cf.IPCAM4, 68)

La postmodernidad se caracteriza por la aparición de una nueva racionalidad. “Era normal que se llegara al hastío y a la búsqueda de un nuevo modo de racionalidad.
El hombre moderno es hedonista y consumista, como le enseña el sistema... Nuestro hombre compra cada mañana una cosa nueva y a la tarde la tira porque es vieja. Relativista y escéptico, prefiere un pensamiento débil y fragmentario que no le comprometa a nada.

Humberto Eco define nuestra época como la época del feeling (sentimiento). Se vive del sentimiento más que de la verdad. Se vive de impresiones, de impactos sensoriales o emocionales, de lo efímero” (Cardenal Paul Poupard). (Cf.IPCAM4, 69)

¿Cómo anunciar el Evangelio en estos contextos culturales?


En primer lugar la fe y el Evangelio deben ser expresadas en las categorías culturales de los evangelizados para que calen profundamente en sus corazones. Esa “nueva expresión de fe a través de nuevos símbolos, lengua y cultura hace, no sólo que el Evangelio se enriquezca sino que nazca una nueva manera de ser iglesia dentro de la misma Iglesia de Jesucristo. (Cf.IPCAM4, 72)

Así, estamos ante la realidad de que el destinatario no es único, uniforme ni estático sino que hay una gran variedad de situaciones, las cuales están sometidas a cambios constantes especialmente por influencia de la cultura globalizada. Esto nos abre el camino a la diversificación de propuestas pastorales para no anunciar la Buena Noticia superficialmente, como un barniz. La salvación que se ofrece a las personas a través de la inculturación del Evangelio, debe abarcar todos los aspectos de la existencia: personal, comunitario, social, político, espiritual. Por ello la evangelización no debe ser sólo inculturada sino liberadora.

Si la evangelización no logra hacer pasar de condiciones de vida menos humanas a condiciones de vida más humanas es que todavía no ha cumplido su cometido plenamente. Se trata de una liberación integral: de las esclavitudes personales, de las injusticias sociales, del pecado. Dado que el ser humano es débil y pecador, la evangelización inculturada y liberadora es más un quehacer permanente que una conquista alcanzada.

Por eso, la Iglesia debe insertarse en las culturas “subalternas” para, con sus valores y los valores evangélicos contrarrestar los desvalores de las culturas “hegemónicas”. En las culturas subalternas encontramos valoración de la familia, comunitarismo, solidaridad, fe en el Dios de la vida (Cf. DA 57). (Cf.IPCAM4, 74-76)

De la multiculturalidad a la interculturalidad


Cuando hablamos de multiculturalidad y pluriculturalidad se hace referencia a la coexistencia de distintas culturas, cada una de ellas como diferente a las otras y destacando el respeto mutuas.

Cuando hablamos de interculturalidad ponemos de relieve las convergencias de las culturas sobre las cuales establecer vínculos y puntos en común. La interculturalidad pone el acento en el aprendizaje mutuo, la cooperación y el intercambio situando la convivencia entre diferentes en el centro de su programa.

La relación intercultural se rige por estos principios:
1) Principio de la igualdad entre las culturas: todas las culturas son iguales y, por ello, no hay culturas superiores ni culturas inferiores;
2) Principio de la diferencia entre las culturas: las culturas son diferentes y exigen ser aceptadas como diferentes;
3) Principio de la interacción positiva entre las culturas: las culturas pueden enriquecerse mutuamente;
4) Principio de la identidad personal y cultural: el encuentro cultural se lleva a cabo a partir de la identidad de las personas y de las culturas.(Cf. Rafael Sáez Alonso, Vivir interculturalmente, aprender un nuevo estilo de vida, CCS, Madrid, 2006). Un mundo en vías de secularización (Cf.IPCAM4, 85-101)

La secularización es un proceso de transformación de las sociedades donde lo religioso es desplazado, dejando de ejercer una función de tutoría sobre otras instancias e instituciones sociales.

Desde una acepción positiva, el Vaticano II dice que las realidades terrenales y las sociedades gozan de leyes y valores propios que el hombre ha de descubrir, aprovechar y ordenar progresivamente. Hay que exigir esa autonomía porque no sólo la reclaman nuestros contemporáneos sino que es algo conforme a la voluntad del creador (cf.GS 36). La Iglesia también
respeta la autonomía de la ciencia (GS 36) y de la política.

La secularización como fenómeno positivo permite el progreso legítimo de la ciencia y de la técnica en un ámbito de autonomía propia recordando que hay que colocar ese proceso dentro de un marco de referencia ético.
La sana secularización contribuye a una vida de fe más autentica. Se delimita lo que no se espera de la fe como las legitimaciones religiosas sacralizadoras de los poderes o estructuras de este mundo, conocimientos que exigen mediaciones científicas, modelos acabados de organización social, una cierta idea de Dios, y su modo de intervención en el mundo y la eficacia de la oración en la historia.
A diferencia de los países llamados del Primer Mundo donde la secularización es fundamentalmente de tipo científico-técnico, en América Latina es predominantemente política. Se llega a pensar que la razón de la ciencia política y la praxis revolucionaria son suficientes para transformar la historia y las estructuras.

Los mesianismos políticos son una buena expresión de esa mentalidad.
Antes se nacía cristiano. Se vivía en un ambiente cristiano que nos iba configurando. Se respiraba fe cristiana. Pero los tiempos han cambiado. Vivimos en un mundo globalizado donde los ejes son las corporaciones y los grandes especuladores que mediatizan los Estados y la opinión pública confundiendo individualidad con individualismo.

Se dan en América situaciones de potsecularización o de convivencia pacífica entre creyentes y no creyentes que implica respeto a las diferentes visiones del mundo y reconocimiento de que las dos partes aportan a la humanización de la vida pública.

Además, en América Latina, el pueblo tiene hondas raíces religiosas. La religiosidad popular es una síntesis de evangelización y de elementos de las culturas populares. Ella es una inculturación de la fe cristiana hecha por el propio pueblo (Cf Iglesia en América 16), muchas veces en reacción contra la ausencia de inculturación por parte de la autoridad eclesial.

La religiosidad popular debe ser asumida y evangelizada.
Asumida porque ella es una expresión auténtica de fe. Evangelizada porque es una fe imperfecta. “Si la iglesia no interpreta la religión del pueblo latinoamericano, se producirá un vacío que lo ocuparan las sectas, los mesianismos políticos secularizados, el consumismo que produce hastío y la indiferencia o el pansexualismo pagano” (Puebla 469),

 Lo que no es asumido no es redimido dice la teología clásica.
La religiosidad popular se mantiene junto a las tendencias secularizadoras. Ello es motivo de esperanza y vía evangelizador para la Iglesia.

Además han hecho su aparición nuevos movimientos religiosos influenciados por la Nueva Era, el agnosticismo y las religiones orientales. Estos movimientos enfatizan la espiritualidad intimista y generan una separación entre la vida privada y la social, a pesar de que algunos se adhieren al pacifismo y al ecologismo en forma poco concreta.

Son flexibles en lo doctrinal y en lo moral.

 Aunque gran parte de estos grupos se presentan como una reacción contra la secularización en su surgimiento y desarrollo se entrecruzan diversos factores: respuesta a la sed espiritual, búsqueda del sentido de la vida, desatención a la espiritualidad y la mística por parte de la Iglesia.

También asistimos al redescubrimiento y valoración de las tradiciones religiosas indígenas. La teología “india” cristiana pretende articular, precisamente la fe cristiana con esas tradiciones. El indígena tiene una visión religiosa del mundo. Se da una unidad entre lo religioso, lo cultural y lo social.

Pero además nos encontramos con la posibilidad de una autonomía de lo temporal mal entendida que fue advertida por el Concilio Vaticano II.

Esta idea conduce a secularismo o ateísmo: “si la autonomía de lo temporal quiere decir que la realidad creada es independiente de Dios y que los hombres pueden usarla sin referencia al Creador no hay creyente alguno al que se le escape la falsedad envuelta en tales palabras” (GS 36).

Entre las propuestas presentadas al Santo Padre por el último Sínodo de Obispos, se recuerda que “somos cristianos que vivimos en un mundo secularizado. Mientras que el mundo es y seguirá siendo creación de Dios, la secularización pertenece a la esfera de la cultura humana. Como cristianos, no podemos permanecer indiferentes ante el proceso de secularización: nos hallamos, efectivamente, en una situación similar a la de los primeros cristianos, y en este sentido debemos considerarla tanto un reto como una posibilidad. Aunque vivimos en este mundo, no somos de este mundo (cf. Jn 15, 19; 17, 11 y 16).


El anuncio de la Buena Nueva en contextos diferentes del mundo -caracterizados por los procesos de la globalización y de la secularización-, plantea diferentes desafíos a la Iglesia: a veces por una persecución religiosa declarada, otras veces por una indiferencia, interferencia, restricción u hostilidad generalizadas.

El Evangelio ofrece una visión de la vida y del mundo no se puede imponer, sino solo propuesta, como la Buena Noticia del amor gratuito de Dios y de la paz. Su mensaje de verdad y de belleza puede ayudar a las personas a liberarse de la soledad y de la falta de sentido, a las cuales las condiciones de vida de la sociedad postmoderna a menudo la relegan.

Un secularismo (ateísmo teórico) estricto en América Latina es excepcional.
Lo que si es evidente es una idolatría que pretende creer al mismo tiempo en el verdadero Dios y que da culto a los falsos dioses del tener, el poder y el placer.
 La separación entre la fe y la vida personal y pública es un drama también entre nosotros.

 El indiferentismo va ganando terreno.

PARA PENSAR INDIVIDUALMENTE Y COMPARTIR EN EL EQUIPO.

La realidad planteada nos presenta desafíos a los que debemos responder como discípulos misioneros.  Por eso les invitamos a pensar y conversar en el equipo:
¿En nuestra realidad pastoral se dan procesos de interculturalidad o solamente hay una pluriculturalidad?
¿Tenemos en cuenta los elementos culturales para nuestra tarea misionera? ¿Cuáles son los desafíos que nos presenta el mundo secularizado en el que vivimos?
¿Hacemos esfuerzos para llegar a todas las realidades culturales?
¿Cómo podemos evangelizar los ambientes secularizados?¿Cómo podemos avanzar en el diálogo con los nuevos grupos religiosos?



jueves, 23 de mayo de 2013

Los equipos diocesanos de Animación Misionera

A 83 días del CoMiNa4

Sabemos que la misión en la Iglesia es tarea de todos, sin excepción. Pero de manera especial el Señor elige a algunos para esta vocación de ir al encuentro del hermano cara a cara, intentando mostrarle que hay un Dios que los ama, acompaña, alivia sus dificultades y escucha las súplicas.

Por este motivo, es que la pastoral misionera de la Iglesia se organiza a través de equipos diocesanos de misión.

¿Qué es un equipo diocesano?
La respuesta puede ser compleja, si no tenemos en claro los mismos evangelizadores (misioneros), cuál es nuestra función.

Sin ninguna duda estamos llamados a vivir en comunidad, y también a salvarnos en racimo. El hecho de descubrir la presencia de Dios en nosotros nos obliga a compartir esta manifestación de fe. Compartir es “partir con” el otro lo que tengo. En este caso la Palabra, el Pan de Vida que sólo el Señor nos puede dar, las alegrías y las tristezas, el ansia de salvación.

Por eso podemos afirmar que un equipo es un “todo”, es un cuerpo, donde debe quedar de manifiesto que la cabeza es Jesús.

El equipo diocesano de Misión ayuda al encargado de esa diócesis a llevar la fe a los demás, a no dejarlo solo, a mostrar que la unión en las cosas de Dios hacen la fuerza, a trabajar en conjunto, a idear pautas de evangelización que hagan más creíble nuestro testimonio.

¿Para qué está el Equipo Diocesano de Misiones?
El objetivo de la acción pastoral misionera es hacer que toda la comunidad eclesial, y especialmente la Iglesia local, se convierta en comunidad evangelizadora.

No se puede evangelizar eficazmente una comunidad si no se le hace simultáneamente, desde el principio, responsable de la evangelización local y universal.
Es la comunidad eclesial, y más concretamente la Iglesia particular o local, la que asume la tarea evangelizadora a través de individuos e instituciones. Se trata de reorganizar todos los elementos constitutivos de la comunidad en vistas a cumplir el mandato misionero de Cristo.

Para que la Iglesia particular o local sienta y viva esta responsabilidad misionera es necesario afianzar su renovación espiritual y pastoral. La colaboración responsable de una comunidad en la acción misionera (hacia dentro y hacia fuera) es el índice y el fruto espontáneo de su vitalidad interna. «La gracia de la renovación en las comunidades no puede crecer si no expande cada una los campos de la caridad hasta los últimos confines de la tierra y no tiene de los que están lejos una preocupación semejante a la que siente por sus propios miembros» (AG 37).

Por eso el Equipo Diocesano tiene como principal tarea, bajo la dirección del Obispo Diocesano y el Director Diocesano nombrado por éste, la animación misionera de la Iglesia Particular. A ello hay que concebirlo como un servicio dirigido a todas las estructuras pastorales de la diócesis para ayudarlas a vivir su dimensión evangelizadora universal. No se trata de proponer o agregar estructuras nuevas en las parroquias o pequeñas comunidades sino de ayudarlas a asumir y profundizar la dimensión misionera a la que todas estamos llamados y que constituye la nota esencial del ser de la Iglesia.

La animación misionera contribuye a la realización personal de la Iglesia ya que la primera beneficiada es la propia comunidad eclesial, al ayudarla a crecer en la conciencia misionera y a vivir con mayor intensidad su responsabilidad de proclamar el Evangelio a todas las gentes. De esta manera, también se evangeliza a sí misma “a través de una conversión y de una renovación constantes, para poder evangelizar al mundo de una manera creíble”(EN 15).

Toda animación misionera ha de orientarse hacia unos objetivos específicos que hagan posible la consecución del fin que se propone: lograr que en las comunidades cristianas nazca, crezca, se desarrolle y alimente la conciencia y responsabilidad misioneras.

La encíclica Redemptoris Missio, en el número 83, formula esta finalidad en los siguientes objetivos:
- Informar al Pueblo de Dios sobre la actividad misionera universal de la Iglesia.
- Formar al Pueblo de Dios en la dimensión misionera del ser cristiano.
- Promover en el Pueblo de Dios las vocaciones para la misión ad gentes.
- Suscitar en el Pueblo de Dios la cooperación para la evangelización universal.

La comunidad cristiana necesita ser despertada y animada para asumir la tarea de la misión; de lo contrario, corre el riesgo de instalarse, de acomodarse, de conformarse y, por otro lado, de no estar disponible a la acción del Espíritu Santo, a lo que pida e indique.

Hay el peligro del miedo a tomar iniciativas, cuando se ve la situación demasiado difícil o porque exige demasiado compromiso y riesgo. Ese miedo, que tiene todas las características de ser la actitud de nuestro, frena y obstaculiza la tarea misionera y también la tarea pastoral de las parroquias y de las Iglesias locales.

Ahí está en juego lo esencial de la misión, como es la urgencia de salir, de ir al encuentro, que es constitutiva de la misión.

La nueva evangelización y la misión en general necesitan una animación a través de equipo diocesano que responda a una nueva universalidad geográfica del
 primer anuncio, a las necesidades actuales, a los nuevos retos que se presentan en el mundo. Por eso hay que despertar a la comunidad cristiana, a parroquias y diócesis, y prepararlas para la novedad de evangelizar a los que no conocen el Evangelio y a los que han sido insuficientemente evangelizados.

La animación misionera se encuentra ante la necesidad añadida por la novedad del momento.

Ante los cambios que se producen hay que poner atención para estar preparados a las nuevas adaptaciones.

 La animación misionera necesita verdaderos vigías, verdaderos centinelas de la mañana (cf. Diccionario de Misionología..., pp. 81-2).

¿Cómo se forma el Equipo Diocesano?
Con alegría en ese servicio, con esperanza de edificar un mundo mejor, con caridad.
Dispuesto de corazón, también ofrezco mi servicio misionero. Sin extravagancias, sin grandes poderes materiales, sin elementos complicados que a la vez complican la misión y el acercamiento del otro.

Entender que la misión es de la Iglesia y sostenida por el Espíritu Santo de Dios.

Al equipo Diocesano lo integran el Director Diocesano de OMP y el Delegado Episcopal para las Misiones (en el caso que no sean la misma persona), los Secretarios o Coordinadores Diocesanos de cada una de las obras y servicios de OMP (Propagación de la Fe, Infancia y Adolescencia Misionera, Pontificia Unión Misional. Obras de San Pedro Apóstol, Grupos y Jóvenes Misioneros, Familias Misioneras, Unión de Enfermos y Ancianos Misioneros, Misioneros parroquiales o de manzana, Misioneros Ad Gentes), como así también representantes de las Congregaciones religiosas misioneras presentes en la diócesis y otros movimientos o instituciones que trabajan
en las misión y que se considere conveniente invitar.

El Equipo Diocesano debe reunirse periódicamente para organizar y programas las actividades de animación, formación y cooperación misionera en la diócesis.

Recordamos que en el 4º Congreso Misionero Nacional que se llevará a cabo en la diócesis de San Fernando del Valle de Catamarca participarán solamente los integrantes de los equipos diocesanos de misión que colaboran con su Director Diocesano.

No se trata de un Congreso abierto a un número grande de hermanos, que de buena fe desean misionar sino sólo de aquellos que han conformado el equipo-

En este marco iremos descubriendo los desafíos de la misión hoy: Los ámbitos a los que estamos llamados a evangelizar; la tan nombrada y poco especificada misión ad-gentes; y como se puede vivir en este mundo desbordado por el secularismo que aísla de Dios.



PARA PENSAR INDIVIDUALMENTE Y COMPARTIR EN EL EQUIPO

¿Cómo está integrado nuestro equipo diocesano?

¿Cuál es la importancia que tiene para nosotros trabajar en equipo?

¿Hay realidades y ámbitos que no están presentes en el equipo? ¿Cómo podemos comenzar a trabajar en aquellos servicios que todavía no están presentes en nuestra diócesis?


¿Cuál es nuestro trabajo de animación misionera en orden a impulsar a todas las estructuras pastorales de la diócesis a vivir su vocación misionera?



miércoles, 15 de mayo de 2013

Repensemos nuestro llamado a la misión

A 90 día del CoMiNa4

Este primer trabajo preparatorio del CoMiNa 4 tiene como objetivo hacer memoria de nuestro propio camino misionero en nuestras diócesis, a la luz de lo reflexionado y decidido en las instancias regionales o nacionales anteriores.

Hacer memoria ha sido siempre un ejercicio necesario en la relación del hombre con Dios. Todo recuerdo implica acontecimientos pasados en los que se ha estado en relación y tiene por efecto, al hacer presentes estos acontecimientos, renovar esa relación.

Por ejemplo, en la Biblia encontramos que el hacer memoria, significa recordar y así actualizar los acontecimientos del pasado que han dado origen a la alianza de Dios con los hombres. Evocar estos hechos primordiales refuerza la alianza e induce a vivir el presente con la intensidad que emana de ella. Sólo el fiel recuerdo del pasado puede garantizar la buena orientación del futuro.

Mirando el Antiguo Testamento nos dirigimos al acontecimiento primero que es la creación, signo ofrecido siempre al hombre para que se acuerde de Dios. Las alianzas sucesivas de Dios con el hombre (Noé, Abraham, Moisés, David) procedieron de la memoria de Dios: entonces se acordó y prometió acordarse para salvar “Entonces Dios se acordó de Noé y de todos los animales salvajes y domésticos que estaban con él en el arca. Hizo soplar un viento sobre la tierra, y las aguas empezaron a bajar”. (Gen. 8, 1)

Dios escuchó sus gemidos y se acordó de su alianza con Abraham, Isaac y Jacob. (Ex. 2, 24)

Y el acontecimiento salvador que va a orientar para siempre la memoria del pueblo de Dios es la pascua
Pero yo soy el Señor, tu Dios, desde el país de Egipto: no conoces a otro Dios más que a mí, y fuera de mí no hay salvador. Yo te conocí en el desierto, en la tierra de la aridez.

Al llegar a sus campos de pastoreo, ellos se saciaron; y una vez saciados, se enorgulleció su corazón: por eso se olvidaron de mí. (Os 13, 4-8)

La conservación de los recuerdos está garantizada por la transmisión de la palabra, oral o escrita especialmente en los libros de la ley:
El Señor dijo a Moisés: “Escribe esto en un documento como memorial y grábalo en los oídos de Josué: ‘Yo borraré debajo del cielo el recuerdo de Amalec’” (Ex. 17,24)

Después el Señor dijo a Moisés: “Consigna por escrito estas palabras, porque ellas son las cláusulas de la alianza que yo hago contigo y con Israel” (Ex. 34, 27)

Pero el hombre se muestra deficiente en su memoria.
A pesar de las amonestaciones del Deuteronomio (Dt4,9; 8,11 ; 9,7): «Guárdate de olvidar a Yahveh tu Dios..., acuérdate...», el pueblo olvida a su Dios y ahí está su pecado:

Así se olvidaron del Señor, su Dios, que los había librado de todos los enemigos de alrededor. (Jue 8,34).
Luego, la predicación profética es una larga llamada destinada a poner el corazón del hombre en el estado de receptividad en que Dios puede realizar su pascua: Yo estableceré mi alianza contigo, y tú sabrás que yo soy el Señor, para que te acuerdes y te avergüences, y para que en tu confusión no te atrevas a abrir la boca, cuando yo te haya perdonado todo lo que has hecho –oráculo del Señor.(Ez. 16, 62-63)

Así el arrepentimiento es, al mismo tiempo que recuerdo de las faltas, llamamiento a la memoria de Dios, y en el perdón Dios, cuya memoria es la del amor, se acuerda de la alianza y se olvida el pecado.

En el Nuevo Testamento, Jesús es el “Dios con nosotros” y así la memoria coincide con el presente y tiene lugar el cumplimiento o realización de las promesas de salvación hechas por Dios. El recuerdo de las promesas y de la alianza pasa al acto en el acontecimiento de Cristo que recapitula el tiempo. En él se resuelve el drama del olvido mediante el retorno del hombre y el perdón de Dios. La memoria del hombre, acomodada a la de Dios que está totalmente orientada hacia delante, no tiene ya que mirar al pasado, sino a la persona de Cristo:

Por eso nosotros, de ahora en adelante, ya no conocemos a nadie con criterios puramente humanos; y si conocimos a Cristo de esa manera, ya no lo conocemos más así. El que vive en Cristo es una nueva criatura: lo antiguo ha desaparecido, un ser nuevo se ha hecho presente. Y todo esto procede de Dios, que nos reconcilió con él por intermedio de Cristo y nos confió el ministerio de la reconciliación.

Porque es Dios el que estaba en Cristo, reconciliando al mundo consigo, no teniendo en cuenta los pecados de los hombres, y confiándonos la palabra de la reconciliación.

Nosotros somos, entonces, embajadores de Cristo, y es Dios el que exhorta a los hombres por intermedio nuestro. Por eso, les suplicamos en nombre de Cristo: Déjense reconciliaron con Dios. (2 Cor. 5, 16-20)

Pero el tiempo no se ha consumado todavía, y la memoria —la de Dios por el Espíritu, la del hombre por la vida en el Espíritu — tiene todavía su función en esta nueva alianza que es la vida eterna actuando en el centro del tiempo. El Espíritu «recuerda» el misterio de Cristo, no como un libro, sino en la actualidad personal de la palabra viva: la tradición (Jn 14,26; 16.13). 

El Espíritu realiza el misterio de Cristo en su cuerpo, no como un mero memorial, sino en la actualidad sacramental de este cuerpo a la vez resucitado y presente al mundo (1Cor 11,24ss): la liturgia.

Esta actualización de la pascua está orientada a la acción, a la vida: la memoria cristiana consiste en “guardar los caminos de Dios”, en guardar el testamento del Señor, es decir, en permanecer en el amor.

Así, cuanto más penetra el Espíritu en la vida de un cristiano, tanto más vigilante lo hace, tanto más atento a los “signos de los tiempos”, testigo que deja transparentarse la activa presencia del Señor y revela la aproximación de su advenimiento.

PARA PENSAR INDIVIDUALMENTE Y COMPARTIR EN EL EQUIPO

Hagamos memoria de nuestra respuesta a Dios en su llamado a servirlo desde la animación misionera diocesana.
Equipo en plena tarea.
¿Cuánto hace que trabajamos en la animación misionera en la diócesis? ¿Cómo me llamó Dios a realizar esta tarea?

¿Quiénes trabajaron integraron antes que nosotros el equipo diocesano? ¿Qué acontecimientos o eventos han marcado la pastoral misionera diocesano?
 ¿Quiénes han participado de los CoMiNas anteriores?

A la luz de las conclusiones de los CoMiNas anteriores, ¿qué camino se fue realizando y cómo se trabajaron esas conclusiones y propósitos?


Tus respuestas las puedes compartir en este blog.
O bien en nuestra página de Facebook.

miércoles, 8 de mayo de 2013

Qué rezamos mientras rezamos




Cada vez que nos ponemos en presencia del Señor, nuestro corazón, nuestra mente y nuestro cuerpo se alinean en sintonía para escuchar su respuesta divina.

Mirando el logo del COMINA4 se presentan símbolos fuerte de la misión.

Entendiendo el alcance de cada uno de esos colores y formas, vamos internalizando la oración que fluye sencillamente susurrada de nuestros labios.



¡Qué bueno es tener un descanso en el camino! 

A cien días del regazo de la Virgen del Valle.







jueves, 2 de mayo de 2013

Hay un camino por andar para llegar al COMINA4



Y este es un camino que hay que ir haciendo en comunidad.
Vamos a ir sumando peregrinos para llegar a Catamarca, y nuestra marcha será abrigada en el manto de la Virgen del Valle.
Recemos juntos para este gran encuentro de la Patria misionera que comparte su fe.





Acá puedes ir viendo el mapa de ruta para llegar al COMINA4

martes, 30 de abril de 2013

Hay un camino recorrido y más ruta por andar

Es el equipo encargado de colaborar en la tarea misionera de la Diócesis y que la misma viva en estado de Misión Permanente a través de las distintas áreas de trabajo (Grupos Misioneros, Infancia y Adolescencia Misionera, Ad-gentes, Familias Misioneras, Unión Enfermos y Ancianos Misioneros, etc.)

Las actividades de animación del equipo debe orientarse siempre hacia sus fines específicos: informar, animar y formar al Pueblo de Dios para la misión universal de la Iglesia; promover vocaciones ad gentes; suscitar cooperación para la evangelización.